Dura estoy como
una piedra.
Y en aquél
estado que no deja llorar.
Me tiemblan
piernas y cabeza.
Se me erizan
los pelos de tan sólo pensar.
De ira estoy,
como una hoguera,
llena de
bronca, pena y dolor.
Con la
sangre helada en las venas.
Y el corazón
que apenas late, preñado de horror.
Amigos míos,
yo me pregunto cada día
Razonando tristemente
sin parar
Desde cuándo
importa más el oro que la vida
y cuánto más
la Fe que la Verdad.
Estoy con el
estómago crispado
por hace
tanto tiempo observar,
cómo embarran el mundo algunos seres,
Cómo fomentan el odio
sin
cesar.
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palabras que fluyen como lluvia dentro de una taza de papel.