domingo, 5 de agosto de 2012

Permanencia

Hace tiempos inmemoriales,
En los cuales el sol poniente inundaba las ciudades,
Existió el, un hombre con dedos como timbales,
Al cual se lo llamó el hacedor de finales.

Cada objeto que en sus manos se depositara,
Como quien no quiere la cosa, hecho trizas acababa.
Era pura costumbre, rutina diaria,
Pero dejar cosas sin dañarlas, anhelaba.

Un día como cualquiera, o quizás como ninguno,
Cuando la luna decidió incorporarse con saturno,
Divisó a ella, la hacedora de principios,
Que poseía aquel aspecto diurno
 Y unos ojos como sismos.

Cada objeto que en sus manos se posara,
Con sus dedos como rosas, éstos lo perfeccionaban.

El la encontró tan deslumbrante que se acercó a ella,
Olvidando su defecto de destrozos causante
Y al ver sus manos en las suyas se sorprendió
¡Pues al rozarla, ella no desvaneció!

Y así fue como ella no lo comenzó,
Y el no la desenlazó.
Simplemente fueron un presente...

       Eternamente.




1 comentario:

palabras que fluyen como lluvia dentro de una taza de papel.